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miércoles, 9 de mayo de 2012

El curioso empleado


Me acerco al empleado y éste se levanta con rapidez. Es un hombretón, robusto, sonrojado y fuerte, con unas perfectas gafas de marca. Lleva la americana en perfecto estado y el pantalón con un planchado impecable. En su mostrador está colocado su sombrero azul marino, con la cinta deslumbrante, y lleva un libro forrado con papel de regalo debajo del brazo que, al acercarse a mí, mete bajo el mostrador.
El hombre tiene que ser especial, resalta entre los demás empleados, tiene que tener un alto cargo. Por la manera de atender a la gente, a primera vista da muy buena impresión; pero es un ignorante, que no entiende de idiomas. A pesar de esto, me atiende muy bien, sabe atender al público y, por señas y con un gran esfuerzo, sabe encontrar justamente lo que yo busco.
Me voy muy contento de cómo me atiende aquel curioso empleado.

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