La pajarita de papel (mi versión)
Pasaron los años y Eneco seguía sin amigos, cada vez pasaba más tiempo un su cuarto jugando a juegos solitarios en los que nadie podía participar. Le encantaba hacer inventos, pintar con acuarelas y, sobre todo, le encantaba hacer pajaritas de papel.
Un día, en su cuarto, decidió hacer una gran pajarita de papel con todas las herramientas que él tenía allí. La pajarita quedó preciosa, pero también estaba sola como él, entonces decidió hacerle un amigo para que nunca se encontrara sola.
Jugaba todos los días con ellas, las llevaba al colegio e incluso las posaba en la mesa cuando él iba a comer. Estando en el recreo una mañana, mientras jugaba con sus pajaritas, un niño se acercó y le preguntó si podría jugar con él y con las pajaritas de papel. Él, muy inquieto, se lo pensó y con temor alargó la mano para dárselas al otro niño.
Desde aquel día jugaban juntos en todos los recreos, hasta que sin querer llamaron la atención de los otros niños. Eneco se sentía feliz; no entendía cómo dos simples pajaritas de papel podían juntar a tantos niños. Eneco decidió hacerles pajaritas de papel a todos los niños, para que nunca se sintieran solos, como él se había sentido todos esos años.
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