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miércoles, 9 de mayo de 2012

El perro de buena clase


Por la calzada caminaba un perro que estaba muy triste, seguramente porque se habría perdido y a lo mejor estaría muy lejos de su casa. Era un perro de clase y tenía una pequeña cadena alrededor de su cuello. Se llamaba Sultán. Tenía el rabo largo y peludo y siempre lo llevaba con distinción. Tenía un gran pelaje negro azabache, brillante y suave, señal de que estaba muy bien atendido. Sus orejas eran peludas y siempre estaban de punta, como si quisiera escucharlo todo. Sus ojos eran de color marrón amarillento, lo que le hacían tener una mirada intrigante. Tenía una cabeza pequeña y un hocico puntiagudo, con una boca grande que destacaba de su pequeña cabeza. Cuando invadían su territorio te enseñaba los dientes mostrando sentirse invadido. Daba la impresión de ser un perro muy mimado por sus dueños. Sus patas eran muy largas, gracias a ellas daba la impresión de ser más grande de lo que era.
Me hubiera gustado mucho poder llevarlo a casa, pero mi madre nos tiene prohibidos los animales a mis hermanas y a mí hasta que seamos responsables. ¡Qué lástima me dio, se le veía tan cariñoso!

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