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lunes, 10 de junio de 2013

Pepito y su mujer mala



Pepito y su mujer mala

Pepito era un anciano casado con una mujer llamada Asunción, al que le gustaba mucho pasear. Sus zapatillas, su camisa y sus pantalones era muy viejas. La puerta de su casa siempre estaba abierta, porque Pepito tenía mucha confianza en las personas y en su bondad. Su mujer compartía su opinión. Pepito tenía dos hijos, uno llamado Johnny y otro José Antonio, con los que iba mucho al hospital, porque, desgraciadamente, su mujer tenía un problema en la cabeza. Un día Pepito venía de hacer la compra y se encontró la puerta de su casa cerrada. Era de día, así que era muy raro que estuviese cerrada, porque solo la cerraban por las noches. Además, observó que la puerta estaba ligeramente magullada. Esto, junto con otra serie de indicios, hicieron a Pepito temerse lo peor; pensó:
 “Puede que haya entrado algún secuestrador y haya cogido a Asunción, o lo que es peor, tal vez hayan secuestrado a Johnny y José Antonio y ahora están en malas condiciones.”
 Pepito se mareó y se tuvo que sentar en el tranco de la vecina. Estaba bastante asustado, así que antes de abrir la puerta y comprobar si era verdad lo que había pensado o no, se levantó y fue a la comisaría. Les explicó su terror a los policías y estos se pusieron en marcha hacia su casa. Un par de agentes de policía estaban rodeando su casa, derribaron la puerta y entraron muy despacio. Se oían ruidos en la cocina; los policías se aproximaron y al entrar... ¡se encontraron a su mujer haciendo la comida y a sus dos hijos viendo el televisor! ¡Todo había sido un susto! Su mujer y sus hijos también se llevaron un susto. Pepito entró rápidamente en la casa, los abrazó a los tres y dijo:
- Menos mal que todo ha quedado en un susto.
Tanto su mujer como sus dos hijos quedaron sorprendidos por la situación. Tras la explicación de Pepito, Asunción confesó que lo más probable es que alguien había cerrado la puerta. Pepito se quedó más tranquilo y le dio las gracias a la policía su colaboración.

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